
El teléfono dejó entrever un ligero pitido, cortado por las interferencias propias de una mañana de invierno. Probablemente, los hilos de aquellos postes que acompañaban a las vías de tren en sus viajes por esos parajes tan solitarios, estuvieran tambaleándose demasiado.
Ella no pensó en nada. Y colgó el teléfono ante su nula respuesta.
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